A pedido del gobernador Pedro Osores de Ulloa, Felipe IV, todavía muy influido por los informes del jesuita Luis de Valdivia, envía a Chile sólo 400 soldados, al mando de Íñigo de Ayala, que zarpan de Sanlúcar de Barrameda (13 oct) en 3 navíos con 133 marinos, al mando de Gonzalo García de Nodal, que deben pasar por el estrecho de Le Maire (Tierra del Fuego; Argentina), explorado por éste, pero 2 barcos desaparecen en el estrecho de Magallanes (en ellos viajaban Íñigo de Ayala y Gonzalo García de Nodal, cuyo hermano Bartolomé casualmente ha muerto poco antes y también en América y ahogado, en el “Nuestra Señora de Atocha”), lo que reforzará la creencia en la mítica Ciudad de los Césares y el otro logra desembarcar a la infantería, de la cual sólo 80 soldados llegarán a Chile por tierra.