Leovigildo, el primer rey godo que viola la tradicional libertad de culto, envía a Mérida a uno de sus obispos arrianos, Sunna, para que trate de convertir al obispo trinitario de la ciudad, Masona o Mausona: su controversia la documenta el testigo (trinitario radical) Pablo de Mérida, posiblemente monje del monasterio de Santa Eulalia.